sábado, 7 de abril de 2018

UNA HISTORIA SOBRE LAS “COLLEJAS” DEL MURO DE NUESTRA CALLE DE SEGURA DE LA SIERRA.

      

    Llevo en Segura de la Sierra más de 30 años,  y todos los años sin fallar, mi vecina Julia cuando llega el verano me dice: Cuando era niña y llegaba la primavera cogía collejas en el muro de la calle. Yo,  que por más que miro al muro no veo nada más que matojos de hierbas verdes, siempre le contesto: ¡Recuérdemelo Vd. cuando llegue la primavera!, y así un año tras otro, pero este año ha sido diferente. Con todo  lo que ha llovido y aprovechando que el Sábado Santo estaba en Segura, me acordé y le dije a mi vecina: ¡De hoy no pasa Julia! Por fin vamos a coger las dichosas collejas y ¡así fue!





























F1) Por más que miro al muro,  no veo nada más que “matojos de hierbas verdes”.

         El primer paso fue averiguar cómo era una colleja; se pueden reír lo que quieran, pero no es tan fácil como parece. En las fotos de los libros se ve muy fácil, pero luego no hay que dudar a la hora de cogerlas, pues te puedes comer cualquier otra “cosa”.  Pero para no fallar, estaba ahí mi vecina que me dio una clase magistral sobre el tema.




F2) Miguel, esto es una colleja; ¡ojo! la cortas,  no la saque de la raíz, llevan ahí desde la época de los moros ¡por lo menos!

            Terminada la clase, se me iluminaron los ojos; donde solo veía “matojos de hierbas”,  aparecieron unos espléndidos “matojos de collejas”; además me decía Julia: “En estás no se han meado los perros o los gatos”.



F3)  Donde solo veía “matojos de hierbas”, aparecieron unos espléndidos “matojos” de collejas


F4) Esto es un maravilloso cuadro de “matojo de collejas” y ¡no un trampantojo!

Un poco de cultura sobre la colleja


    Es una planta herbácea y vivaz, que alcanza los 10-100 cm de altura, cuyas partes aéreas se agostan a finales del verano o con la llegada del frío, rebrotando de cepa con la llegada de las temperaturas primaverales más cálidas; en otras zonas de España, cerca del litoral, sus hojas son lanceoladas, de color verde claro. Las flores, hermafroditas, con los pétalos blancos, divididos en dos lóbulos y con el cáliz amplio característico de la especie. 

     La colleja sobrevive y se expande gracias a un denso sistema de estolones o tallos subterráneos que crece cada año, dando lugar a colonias densas de rosetas de hojas, de las que a mediados de la primavera emergen tallos portadores de flores con 5 pétalos blancos, parcialmente envueltos por un cáliz en forma de saco. 

    Las collejas viven en pastizales algo embravecidos, cunetas, inmediaciones de cortijos y ermitas rurales, y en general terrenos algo compactados y no sometidos a laboreos anuales; no es raro verlas al pie de encinas u otros grandes árboles como olivos y chopos, donde la presencia de plantas espinosas cercanas, como las esparragueras, ayudan a protegerlas del diente del ganado. Tampoco no faltan junto a los muros de las huertas, e incluso en <<alguna calle del casco urbano>>.


Su gastronomía

       
       ¡Ah amigo mío!, ahora viene lo mejor de esta historia: La tortilla de collejas al estilo de mi mujer Amalia.

      Provisto de una escalera, una tijera, una bolsa de plástico, y las enseñanzas de mi vecina Julia, me pongo manos a la obra: “Recolectar collejas” ¡casi na! Después la operación limpieza; esto ya es peor y además desilusionante, pues parecía que tenía en la bolsa “el oro y el moro” y se quedó en nada, después de cocerlas con un poco de aceite y en su propia agua que suelta en el proceso de cocción. Bueno, toda esta operación, en honor a la verdad, no la hice yo "al pan, pan y al vino, vino”






F5) Operación de limpieza.



  F6) Esta es la cosecha, después de la selección, limpieza  y lavado.  



F7) Las collejas en plena cocción.

      Como conclusión final de la mañana: De la  colleja se puede consumir las hojas y los tallos tiernos, incluso en crudo. Es una verdura muy fina, hasta el punto de que ni siquiera suele ser necesario eliminar el agua de cocción para consumirlas. El hervido previo es recomendable para reblandecer los tejidos de la hoja, aunque no es necesario. Puede emplearse en guisos, hervida, en ensalada o incluso en tortilla, bastando sofreír previamente las hojas, con o sin cocción preliminar. Queda aquí constancia de lo laboriosa que es la preparación ya que las hojas deben separarse de los tallos una a una, pero el resultado es espectacular, y como una imagen vale más que mil palabras, para “muestra un botón”. Por cierto el jamón y el pan son de La Matea, con esto ya está dicho todo.


F7) Las collejas al estilo de mi mujer Amalia. Ingredientes: Collejas del muro de Segura, huevos de gallinas "pica mierdas" de mi vecina, jamón y pan de la Matea. Como dice José Mota: “mejóralo”
 Jaén, 7 de Abril 2018
 Agradecimientos:
ü  A mi vecina Julia de Segura de la Sierra y a mi mujer Amalia, por su paciencia y aguante.
Bibliografía:
ü  Fotos y texto: Miguel Mesa Molinos


9 comentarios:

  1. Hola Miguel término de ver tu entrada sobre las colmenas y esa herbáceas asi como otras, por ejemplo las berbajas y los cardillos(tagarninas) junto a algunos más, salvaron a mucha gente de morir de hambre en aquellos años de posguerra.
    Ahora muy poca gente las conocen y mucho menos la juventud yo tuve unos años que vivía en un cortijo y las conozco, a mis padres les he traido muchas veces ya que les gustaban mucho, pero con mucho cuidado que no tuvieran herbicidas. Un fuerte abrazo para ti y Amalia mío y de juani

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  2. Hola Miguel en el comentario anterior donde pone colmenas, debe poner collejas

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    1. Antonio gracias, primero por leer esta nueva entrada y lo segundo por tu comentario. Yo al criarme en una ciudad no tengo esas vivencias del campo que cuentas, pero por los comentarios que he oído de personas mayores, la verdad que el “año del hambre” debió ser terrible. Ahora comer collejas es un lujo, y si le pones un huevo y jamón ¡de nota!
      Gracias de nuevo y que tengas un buen día. Saludos a Juani.

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  3. A este blog tan dinámico que llevas, solo le faltaba una clase de masterchef de Segura, un guiso como "Dios manda", con ingredientes naturales y que ocupen el plato, que al acabarlo tengas la grata satisfacción de que te ha sabido "a gloria".
    Nunca había cogido collejas, salvo las que había recibido de pequeña en ya se sabe el contexto. Desde ahora no dudaré en buscarlas por el campo para poder seguir vuestros pasos. Al estómago hay que deleitarlo con sabios consejos y platos sencillos. Enhorabuena a tus cocineras y a ti por tu habilidad para instruir. Gracias.

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    1. Estimada amiga Rosa, la palabra “masterchef” ¡la odio!, y te explico la razón. Me da verdadero coraje ver a tanto “sabeor” de cocina, por no decir de “sabeor de Carchel”, como se decía antiguamente en Jaén, que le dan una “pasta gansa” por vender “humo”, y que tienen más “chominas” que el “escaparte de Furnieles”, y en cambio a tantas mujeres que con “ná” le han dado de comer a sus hijos, haciendo unos guisotes que “quitan el hipo”, y que en los restaurantes de “esos Chef” te cobran “un huevo y media yema del otro”……. En fin que mal repartío está el mundo. Mi vecina Julia, que es un primor, en vez en cuando me sorprende con un “ajo atao”, o una fuente de “migas con sus avíos”, o unos “andrajos” que te “puedes quedar con falta”. Un abrazo y gracias por tu comentario.

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  4. Que cosa más rica ... y en la puerta de casa. ¿Qué más se puede pedir?

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    1. Carmelo, la verdad es que sé que contestarte, pues además de los huevos, el jamón y el pan, diría que hayan sobrado collejas para un segundo plato. Gracias y un abrazo.

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  5. Carmen López Cabrera10 de abril de 2018, 5:46

    Fantástica descripción de esta humilde verdura , exquisita y apreciada por la gente sencilla.. gracias .

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